El Evangelio, Juan 18, 33-37

Pilato volvió a entrar en el pretorio, llamó a Jesús y le preguntó: «¿Eres tú el rey de los judíos?». Jesús le respondió: «¿Dices esto por ti mismo u otros te lo han dicho de mí?». Pilato explicó: «¿Acaso yo soy judío? Tus compatriotas y los sumos sacerdotes te han puesto en mis manos. ¿Qué es lo que has hecho».

El Evangelio, Lucas 19, 45-48

Y al entrar al Templo, se puso a echar a los vendedores, diciéndoles: «Está escrito: Mi casa será una casa de oración, pero ustedes la han convertido en una cueva de ladrones». Y diariamente enseñaba en el Templo. Los sumos sacerdotes, los escribas y los más importantes del pueblo, buscaban  la forma de matarlo. Pero no sabían cómo hacerlo, porque todo el pueblo lo escuchaba y estaba pendiente de sus palabras.

El Evangelio, Lucas 19, 41-44

Como la gente seguía escuchando, añadió una parábola, porque estaba cerca de Jerusalén y ellos pensaban que el Reino de Dios iba a aparecer de un momento a otro. El les dijo: «Un hombre de familia noble fue a un país lejano para recibir la investidura real y regresar en seguida. Llamó a diez de sus servidores y les entregó cien monedas de plata a cada uno, diciéndoles: “Háganlas producir hasta que yo vuelva”. Pero sus conciudadanos lo odiaban y enviaron detrás de él una embajada encargada de decir: “No queremos que este sea nuestro rey”. Al regresar, investido de la dignidad real, hizo llamar a los servidores a quienes había dado el dinero, para saber lo que había ganado cada uno. El primero se presentó y le dijo: “Señor, tus cien monedas de plata han producido diez veces más”.

El Evangelio, Lucas 19, 11-28

Como la gente seguía escuchando, añadió una parábola, porque estaba cerca de Jerusalén y ellos pensaban que el Reino de Dios iba a aparecer de un momento a otro. El les dijo: «Un hombre de familia noble fue a un país lejano para recibir la investidura real y regresar en seguida. Llamó a diez de sus servidores y les entregó cien monedas de plata a cada uno, diciéndoles: “Háganlas producir hasta que yo vuelva”. Pero sus conciudadanos lo odiaban y enviaron detrás de él una embajada encargada de decir: “No queremos que este sea nuestro rey”. Al regresar, investido de la dignidad real, hizo llamar a los servidores a quienes había dado el dinero, para saber lo que había ganado cada uno. El primero se presentó y le dijo: “Señor, tus cien monedas de plata han producido diez veces más”.

El Evangelio, Lucas 19, 1-10

Jesús entró en Jericó y atravesaba la ciudad. Allí vivía un hombre muy rico llamado Zaqueo, que era el jefe de los publicanos. El quería ver quién era Jesús, pero no podía a causa de la multitud, porque era de baja estatura. Entonces se adelantó y subió a un sicomoro para poder verlo, porque iba a pasar por allí, Al llegar a ese lugar, Jesús miró hacia arriba y le dijo: «Zaqueo, baja pronto, porque hoy tengo que alojarme en tu casa».

El Evangelio, Lucas 18, 35-43

35 Cuando se acercaba a Jericó, un ciego estaba sentado al borde del camino, pidiendo limosna.
36 Al oír que pasaba mucha gente, preguntó qué sucedía.
37 Le respondieron que pasaba Jesús de Nazaret.

El Evangelio, Marcos 13, 24-32

24 En ese tiempo, después de esta tribulación, el sol se oscurecerá, la luna dejará de brillar,
25 las estrellas caerán del cielo y los astros se conmoverán.
26 Y se verá al Hijo del hombre venir sobre las nubes, lleno de poder y de gloria.

El Evangelio, Lucas 17, 26-37

26 En los días del Hijo del hombre sucederá como en tiempo de Noé.
27 La gente comía, bebía y se casaba, hasta el día en que Noé entró en el arca y llegó el diluvio, que los hizo morir a todos.
28 Sucederá como en tiempos de Lot: se comía y se bebía, se compraba y se vendía, se plantaba y se construía.

El Evangelio, Lucas 17, 11-19

11 Mientras se dirigía a Jerusalén, Jesús pesaba a través de Samaría y Galilea.
12 Al entrar en un poblado, le salieron al encuentro diez leprosos, que se detuvieron a distancia
13 y empezaron a gritarle: «¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros!».

El Evangelio, Lucas 17, 20-25

20 Los fariseos le preguntaron cuándo llegará el Reino de Dios. El les respondió: «El Reino de Dios no viene ostensiblemente,
21 y no se podrá decir: «Está aquí» o «Está allí». Porque el Reino de Dios está entre ustedes».